Todos nuestros sentidos los tenemos conectados y a veces no les prestamos la atención que se merecen.
Desde la clase de los cocodrilos hemos experimentado con nuestro olfato y nuestro gusto. Hemos probado alimentos nuevos y hemos descubierto que nuestro olfato es muy potente y necesario.
Con los ojos tapados, olimos y probamos alimentos cotidianos como melocotón, fresas, chocolate, queso, jamón, y no tan cotidianos como atún, tomate, canela, etc.
Con esta actividad experimentamos la sensación de saborear los alimentos sin verlos previamente, y fue todo un éxito, disfrutamos y descubrimos sabores y olores nuevos.
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