Nuestro huerto del Hogar de Tardes: donde todo crece con cariño

En el Hogar de Tardes hemos puesto en marcha un proyecto muy especial que nos tiene a todos y todas muy ilusionados: ¡nuestro propio huerto! No es muy grande, pero tiene algo que lo hace único… está cuidado con mucho mimo por las manos pequeñas pero muy trabajadoras de los niños y niñas del centro.

Todo comenzó con unas cuantas macetas, algo de tierra y muchas ganas de aprender. A lo largo de estas semanas, los peques han plantado lechugas, fresas, menta, orégano y alguna que otra sorpresa más que iremos descubriendo con el tiempo. Cada uno ha tenido un papel importante: unos se encargan de regar, otros de observar si las plantas crecen sanas, y otros simplemente disfrutan viendo cómo, poquito a poco, todo va tomando forma.

Pero lo más bonito de este huerto no es solo ver cómo brotan las plantas, sino lo que está creciendo en ellos: responsabilidad, paciencia, curiosidad, trabajo en equipo y respeto por la naturaleza. Cosas que no se enseñan en un libro, sino que se aprenden sintiendo la tierra en las manos, viendo cómo una semilla se convierte en algo vivo, y entendiendo que, para que algo florezca, hay que cuidarlo todos los días.

Los momentos en el huerto se han vuelto parte de nuestra rutina. Es un espacio donde los niños y niñas se relajan, hacen preguntas, se emocionan cuando ven un nuevo brote, y celebran cada pequeño avance como si fuera un gran logro (¡y lo es!). Algunos se sorprenden al descubrir que las fresas no vienen ya en bandejas del supermercado, otros no sabían que la menta huele tan bien, y más de uno ha dicho que ahora quiere tener un huerto en casa.

Lo que más nos gusta es que este rincón verde está lleno de aprendizajes que van más allá de lo académico. Aquí se cultivan valores, se siembran experiencias, y se recoge lo mejor: la alegría de ver a los niños y niñas conectados con la tierra, con su entorno y entre ellos.

En definitiva, nuestro huerto es mucho más que un espacio con plantas. Es un lugar donde todos aprendemos que cuidar de algo con amor, constancia y dedicación tiene sus frutos… y que esos frutos saben mejor cuando los has cultivado tú mismo.

¡Seguiremos regando, aprendiendo y disfrutando de esta aventura verde!